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El Socialista

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El humanismo revolucionario del Che
Xosé Lois García
Rebelión

No es difícil entrar en una buena parte de los componentes humanistas de Ernesto Che Guevara, desde una óptica revolucionaria que él aplicó en su vida como militante marxista. Se tiene hablado y escrito mucho sobre el humanismo del Che, partiendo de ciertas fases de su vida revolucionaria en Cuba. Con cierta brevedad quisiera retomar dos puntos vitales en la vida del Che. Uno, el de su niñez y el otro el de su juventud. Para comprender mejor como se ha gestado o generado su humanismo debemos concurrir a lo que nos revela Pierre Kalfon, en su libro: “Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo”. Con el fin de ordenar bien la orientación inicial del humanismo del Che permítanme leer el siguiente texto de Kalfon, que dice: “La guerra civil española (1936-1939) afectó aún más a los Guevara y su progenie. En primer lugar porque el cuñado de Celia, el poeta comunista y algo dandy Cayetano Córdova Iturburu, participó en ella valerosamente más de un año, como enviado especial de “Crítica”, el único diario antifranquista de Buenos Aires; todos los demás eran partidarios de Franco. Luego porque su mujer, Carmen de la Serna, comunista como él, decidió, justificándose en la tos ferina de uno de sus hijos, ir con sus dos retoños a reunirse en Alta Gracia con su hermana menor Celia. Finalmente, porque numerosos hijos de republicanos españoles, exiliados en Córdoba y en su región, serán algunos de los mejores amigos de infancia y adolescencia del joven Ernesto”.

Este texto nos revela que el Che, de niño, vive en el seno de una familia que tiene una coyuntura ideológica de izquierdas que debate y discute varios temas, sobre todo, aquellos de tipo existencial que son los que más impactan a un niño y, al mismo tiempo, se codificaron en su memoria. Sabemos que los Guevara, en su afiliación de izquierdas, dieron cobijo en su casa a numerosos exiliados españoles que, sin duda, hablaron de las turbulencias que una guerra civil acarrea. Allí se hablaba de los buenos (los vencidos, el pueblo) y de los malos (los vencedores fascistas). En esta particular situación el Che fue digiriendo ese dualismo del bueno y del malo; del vencedor y del vencido. Y, necesariamente, su mente estaba con los vencidos para que algún día fueran vencedores. Y cuando escoge su carrera de médico, lo hace en su subconsciente pensando en ayudar al ser humano. He aquí su humanismo inicial.

El segundo punto del humanismo del Che, el de su juventud, uno de los más sólidos, es cuando realiza el famoso viaje por todo el Continente americano, 1952. Son fascinantes los apuntes o crónicas de viaje que el Che nos ha dejado en sus escritos. Más allá de las peripecias del viaje está el encuentro con los pobres, con la miseria, en definitiva: con el vencido. El Che va acumulando la experiencia de la derrota de América. En sus apuntes habla de las causas del subdesarrollo y de la explotación del hombre por el hombre y de los estados sumisos al imperialismo. Sobre este viaje, el Che habló en La Habana el 19 de agosto de 1960, enfatizando lo siguiente: “Y por las condiciones en que viajé, primero como estudiante y después como médico, empecé a entrar en estrecho contacto con la miseria, con el hambre, con las enfermedades, con la incapacidad de curar a un hijo por falta de medios, con el embrutecimiento que provocan el hambre y el castigo continuo. (...) Y empecé a ver que había cosas que, en aquel momento, me parecieron casi tan importantes como ser un investigador famoso o como hacer algún aporte substancial a la ciencia médica: y era ayudar a esa gente”. Aquí vemos que el humanismo en el adolescente Guevara, además de tener cuerpo también tiene alma. El in situ de conectar ocularmente y auditivamente, nace en él un humanismo que será un referente sin limitaciones. Toda esa situación sangrante le lleva a estar ya no del lado de los hambrientos y de los leprosos sino estar con ellos y luchar por ellos. Y este humanismo le lleva a una profunda reflexión de cambiar las reglas de juego; de cambiar el mundo y a tomar una drástica y peligrosa decisión: luchar con todas las armas a su alcance para derrotar a las clases dominantes y liberar a las clases dominadas, devolviéndoles la dignidad que les ha sido arrebatada. Sobre estos términos, el Che era así de transparente: “Es decir, para conquistar algo tenemos que quitárselo a alguien, y es bueno hablar claro y no esconderse detrás de conceptos que puedan mal interpretarse”. Con esta decisión estamos ante una de las fases más decisivas y determinantes del humanismo revolucionario del Che, que ya en la práctica de la Revolución cubana, ese humanismo lo aplicó y lo dimensionó.

Hay un párrafo en su libro: “La Guerra de Guerrillas” que puede que a todos nos impresione, al manifestar: “Un herido debe ser sagrado, curársele lo mejor posible”. Da la sensación que este nuevo humanismo nos lleva a aquel otro humanismo: “Si te dan en una mejilla vuelve la otra”. No, el nuevo humanismo que practica el Che es este: “Si te golpean golpea tú más”. El ejemplo de la mejilla, tan mistificado como dormidera del oprimido pertenece ya a un humanismo que más que trasnochado ya no nos sirve ni como metáfora. El nuevo humanismo revolucionario que el Che a esgrimido fija una reveladora metodología en la cual se esclarece ese dualismo en lucha perpetua y cruel entre el opresor y el oprimido. El Che supo ejemplarizar el método, la estrategia y, sobre todo, los valores del oprimido para erigirlo como el hombre nuevo; como el hombre rupturista con el viejo sistema de opresión. La superación de las contradicciones en la lucha de clases las abordó de una forma integral y pragmática. El indicativo, en este apartado, era luchar por la conquista de nuevas relaciones de conducta, desechando lo viejo y lo parasitario, con el fin de perfeccionar un ser humano integral. Y cuando hablamos del ser humano integral estamos pensando en aquellas palabras suyas, tan resolutivas, sobre el papel de la mujer en los frentes guerrilleros. De la mujer que era tratada como desecho en el mundo capitalista y en el campo religioso. Para ser mujer beligerante, activa y dueña de si misma e integrada en el nuevo modelo revolucionario en pié de igualdad con el hombre, había que integrarla con los mismos derechos y con los mismos deberes alejada de frustrantes marginaciones. De aquí surge el ser humano integral y libre de preconceptos y de tabúes.

Pero el hombre integral no nace, se le hace. Pero el Che conocía muy bien el proceso histórico de los conflictos sociales, sus evoluciones y, sobre todo, la trascendencia de cambiar la historia por medio de procesos revolucionarios. Marx decía: “El mundo no hay que interpretarlo sino cambiarlo”. El humanismo del Che tiene aquí su mayor incidencia, el marxismo como ideología de cambio; como motor capaz de determinar el presente y el futuro de los pueblos oprimidos. El humanismo del Che es revolucionario por que es científico, y capaz de contrastar, verificar y determinar los procesos sociales y económicos en que se encuentra una sociedad determinada en que se le debe buscar sus verdades y sus contradicciones.

“La verdad es siempre revolucionaria”, decía Gramsci. Y el Che comentaba: “Hay verdades tan evidentes, tan incorporadas al conocimiento de los pueblos que ya es inútil discutirlas. Se debe ser ‘marxista’ con la misma naturalidad con que se es ‘newtoniano’ en física, o ‘pasteuriano’ en biología, considerando que si nuevos hechos determinan nuevos conceptos, no se quitará nunca su parte de verdad a aquellos otros que hayan pasado. (...) Es por ello que reconocemos las verdades esenciales del marxismo como incorporadas al acervo cultural y científico de los pueblos y lo tomamos con la naturalidad que nos da algo que ya no necesita discusión”.

Dicho esto, el humanismo revolucionario del Che bebe de una de las fuentes científicas e ideológicas de Marx que no tienen parangón en la sociedad capitalista, donde la opresión del hombre por el hombre se manifiesta de muy diversos niveles y actitudes. La ideología marxista, científicamente, está enmarcada en un mundo de relaciones nuevas e insurgentes contra el sistema capitalista, a las cuales se han incorporado los oprimidos. Es en este parámetro, donde el Che es pragmático en su humanismo revolucionario, al señalar: “Nosotros, revolucionarios prácticos, iniciando nuestra lucha simplemente cumplíamos leyes previstas por Marx el científico, y por ese camino de rebeldía, al luchar contra la vieja estructura del poder, al apoyarnos en el pueblo para destruir esa estructura y, al tener como base de nuestra lucha la felicidad de ese pueblo”.

¿Así qué las fuentes originarias del humanismo revolucionario del Che estaban sustanciadas en la teoría y en la praxis marxista? Evidentemente que si, porque las leyes científicas que Marx verificó sobre las contradicciones de clase y la lucha de clases ha abierto una gran brecha a favor de la clase proletaria. Pero el humanismo revolucionario del Che converge con otras experiencias humanistas y revolucionarias que se dieron en el contexto de la lucha de liberación social de los pueblos latinoamericanos. El Che Guevara era un lúcido pensador e intelectual que comprendió e interpretó su contemporaneidad a la luz de las relaciones sociales que se dieron en cada contexto socio-político, ya no sólo americano sino del mundo. Y cuando decimos que bebió de Marx debemos ampliar el horizonte para manifestar que otra de sus fuentes de pensamiento fue el humanismo de Martí. En el homenaje del 28 de enero de 1960, al Apóstol de las libertades de Cuba, el Che, dijo: “... Martí había nacido, había sufrido y había muerto en aras del ideal que hoy estamos realizando. Mas aún, Martí fue el mentor directo de nuestra Revolución, el hombre de cuya palabra había que recurrir siempre para dar la interpretación justa de los fenómenos históricos que estamos viviendo”.

La universalidad del humanismo revolucionario del Che también tiene su fuente inspiradora en los ecos patrióticos y revolucionarios de Martí. Digamos que la Revolución cubana se inspiro en el pensamiento revolucionario martiano. Pienso que el mayor intérprete del pensamiento de Martí es Fidel. Si leemos los discursos del Comandante en Jefe, la presencia de Martí es continua e irreprochable, por lo cual la Revolución que el pueblo cubano realizó estaba inspirada, por sus dirigentes, en el ideario de Martí. La devoción práctica que el Che sintió por José Martí, no sólo se manifiesta en sus escritos sino que estos revelan el humanismo martiano que se unifica con el del Che. También las grandes corrientes de pensamiento revolucionario latinoamericanista como el de Bolívar, Roca, Ponce, Mariátegui etc., convergen en el pensamiento revolucionario del Che. Dado que él ha buscado en el contexto espacial los referentes teóricos y prácticos. Así no es raro que encontremos en la dialéctica guevarista significativas referencias de ese humanismo anterior. Desde luego, son buenas las referencias, el rescate de la tradición revolucionaria en todos sus espacios y en todas sus connotaciones. En este aspecto, el Che supo evocar su reencuentro con la praxis de José Martí, de Emiliano Zapata, de Augusto Sandino y de Farabundo Martí y de tantos otros que germinaron con su sangre contundencias revolucionarias que el Che supo ejemplarizar. Y desde esta óptica de referencias, el Che fue un interlocutor y un gran pedestal de ese puente de enlace entre estos pensadores y luchadores latinoamericanos que los interpretó y los hizo suyos desde el historicismo y humanismo marxista.

Uno de los grandes estudiosos del humanismo revolucionario del Che Guevara, como es Michael Lowy, sintetizo su enorme personalidad y sus inacabados proyectos: “El Che no sólo fue un heroico combatiente, sino que además un pensador revolucionario, un precursor de un proyecto político y ético por el cual luchó y murió. La filosofía que le da coerción, color y calor a su empuje ideológico es un profundo y original humanismo revolucionario. Para el Che, el verdadero comunista, el verdadero revolucionario es aquel quien considera los problemas de la humanidad su propio problema personal; aquel que siente profundamente cada vez que un hombre muere en cualquier parte del mundo; y se llena de una gran felicidad cada vez que aparece la bandera de la libertad en cualquier parte del mundo. Su internacionalismo, además de ser un modo de vida, una creencia secular, un imperativo categórico, y un ábide espiritual fue la más original, pura, combativa y concreta expresión de este humanismo revolucionario”.

El rigor ético y el valor filosófico del pensamiento del Che es el vértice de unión de su humanismo y de su práctica revolucionaria. Pese a los que quieren obstruir el camino andado por el guerrillero heroico, no deja de ser un todo en las relaciones teoría y práctica de su conducta comunista. Lo común y lo humano son términos que en el discurso dialéctico del Che, esclarecen la lucha por la dignidad humana. Al Che le gustaba citar esta frase célebre de José Martí: “A un hombre verdadero le debe doler cuando otro es golpeado en la cara”. La gran pregunta que aquí nos hace el Che, es el otro. Nuestro semejante. ¿Qué podemos hacer por el otro en sus precariedades, cuando es ofendido y robada su plus valía y alterada su dignidad? Muchas veces es más necesario reponerle al asalariado más dignidad que pan. Esto lo decía Marx, y también lo enfatizó el Che. En este controvertido paréntesis de la única pretensión de los pobres y humillados es llenar el estómago más que llenar el cerebro con una ideología que lo libere. Por eso que la gran lección que nos ha dejado el Che es el camino humanista y revolucionario como alternativa de su dignificación, como él señaló: “No queda otra alternativa; la revolución socialista o una caricatura de revolución”.

En los tiempos que corren, con la globalización en auge y el monopolio del neoliberalismo que tiene como único o posible discurso ideológico de la alienación trata, con perversas intenciones de integrarnos, al sistema capitalista por medio de constantes amenazas contra la integridad de los pueblos que quieren ser libres. Frente a esto está el legado revolucionario del Che y de tantos otros que en Cuba, en Latinoamérica y en todo el mundo supieron y saben alzar su voz y su enérgica acción contra el avance imperialista.

La expresión más directa del humanismo revolucionario del Che se concreta en el desarrollo de la lucha de liberación del hombre como individuo y en su trascendencia como miembro de un amplio colectivo de explotados. Este valor de la trascendencia revolucionaria esta muy expresada en Marx, en Lenin y en Fidel Castro. Y es la base del humanismo revolucionario.

En el escenario más cruel y neoliberal del mundo actual, surge la pregunta suspicaz y mal intencionada ¿No están las ideas del Che Guevara pasadas de moda? Y el que ha captado bien su dialéctica humanista, su conducta revolucionaria y su enorme aportación a la transformación histórica de la humanidad, que todavía no ha culminado su liberación, dará una respuesta contundente basada en la opresión capitalista y en la liberación socialista. El socialismo y el comunismo son aún proyectos inacabados por existir todavía las contradicciones de la explotación del ser humano; la explotación de una nación por otra. Mientras que el ser humano siga en sus mínimos de conciencia, el humanismo revolucionario será siempre una realidad aplicable y exigible para su liberación. Mientras que a los pueblos se les niegue su dignidad y justicia social la rebeldía y la insumisión tiene que florecer en muchos pueblos como en Chiapas, en Colombia y en tantos otros lugares del mundo. En todos ellos, sin duda, estará floreciendo el fruto y el humanismo revolucionario que el Che ha sembrado con su palabra y con su ejemplo.

Horizontes del socialismo

Revolución sin socialismo o socialismo sin revolución
Juan Carlos Torres Rengifo
Rebelión
 20-03-2006

¿Qué entendemos por revolución, una suerte de reforma, un cambio total de paradigma?

Según el DRAE., revolución viene a ser:

 

(Del lat. revolutǐo, -ōnis). f. Acción y efecto de revolver o revolverse ׀׀ 2. Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación.׀׀ 3. Inquietud, alboroto, sedición. ׀׀ 4. Cambio rápido y profundo en cualquier cosa. ׀׀ 5. Astr. Movimiento de un astro a lo largo de una órbita completa. ׀׀6. Geom. Rotación de una figura alrededor de un eje, que configura un sólido o una superficie. ׀׀ 7. Mec. Giro o vuelta que da una pieza sobre su eje.

 

Partiendo de una definición propia de un diccionario, es probable que los espacios para discutirla, se achiquen en la misma medida en que nos apeguemos a dicha enunciación. En nuestro caso, tal vez las primeras cuatro acepciones son las que nos permiten esbozar elucubraciones que de algún modo proporcionen la posibilidad de comenzar una discusión fructífera, acaso una conversación interesante, claro, habrá que pescar palabras o frases clave como revolver, cambio violento, sedición, profundo, rápido e instituciones, por ejemplo.

 

Cada una de estas palabras o frases a mi entender, conducen en primera instancia, a preguntas cuyas respuestas deben discutirse en el seno de cada grupo familiar, de amigos, de compañeros de clase y de trabajo, en el metro y en las paradas de autobús. Nótese, que he dejado fuera a ciertos sectores, más adelante se verá el por qué.

 

Deberíamos preguntarnos cuánto de cambio, y cuanto de violencia inherente al cambio, cuánto de profundo, qué tan rápido y en cuáles instituciones, qué tan revuelto y qué tan sedicioso, es más; habría que aclarar que es sedición y quiénes serían los sediciosos, y agregaría algo como complemento: ¿tenemos una revolución socialista, un socialismo revolucionario o un tímido esbozo de socialismo como modelo político-económico-cultural? Y en este punto habría que ir más allá: ¿tenemos que hablar de socialismo?

 

Desde mi punto de vista, no sólo es necesario hablar de socialismo, es imprescindible y hasta obligatorio debatir acerca del socialismo, sobre todo porque ahora como nunca, se tiene la oportunidad de hacerlo clara y abiertamente. En un proceso como el que nos ocupa – o en un proceso como el que nos venden – hay que hablar y discutir, reitero, sobre el socialismo con la ventaja que nos da la extracción de la discusión de las reuniones de pequeños grupos de intelectuales que conocen de memoria incontables obras, artículos y autores (sin que esto signifique un ataque o desmérito hacia ellos) y, de los centros académicos elitescos por naturaleza, tras más de 40 años de exclusión del ciudadano común. En este momento está presente el pueblo, - no es un lugar común-, y no el pueblo como fetiche de los partidos, me refiero al pueblo como actor y, dependiendo de quién lo mire, el pueblo como protagonista. Esto, nos obliga a subir un escalón más en la discusión.

 

Se debe asumir de una vez por todas, si lo que se quiere (queremos) es una revolución moderada en la que se mantengan los privilegios – lo que no sería más que una seudo evolución, o quizás una involución dadas las circunstancias que nos ocupan – o una revolución verdadera que implique una ruptura con lo establecido. Todo pareciera indicar que se están dando pasos en la dirección de la segunda opción. Pasos cortos, debido a la limitación impuesta por diversos factores, económicos y de supervivencia hegemónica sobretodo, pero pasos al fin.

 

En ese mismo escenario de discusión deberíamos preguntarnos también que es colonialismo, si, ¿qué es colonialismo?, puesto que todo indica que para hablar de socialismo, se debe comenzar al menos, por entender que el colonialismo es la madre de cualquier manifestación del capitalismo y por ende de la instauración de la lógica de la dominación presente en prácticamente todos los escenarios, desde modelos productivos hasta interacciones culturales, desde procesos educativos hasta organizaciones e instituciones. De hecho este paradigma de la lógica de la dominación estuvo presente en las naciones en donde se instauró lo que se conoce como socialismo real, allí (quizás por incapacidad), se mantuvo el esquema de dominación y de imposición amparado en los procesos revolucionarios, con sus desastrosas consecuencias.

 

En cuanto al colonialismo, y para no dejar en el aire el planteamiento anterior, vale la pena recordar, que si bien en un principio, el mundo en general fue testigo de prácticas colonialistas “primitivas”, en la actualidad estás prácticas, se han refinado a tal punto, que en muchos casos los pueblos no son capaces de reconocer su condición de colonia. Naomi Klein en su artículo El auge del capitalismo del desastre, un gobierno fiel a la destrucción (publicado en QUESTION año 3, Nº 36 junio 2005), cita a Shalmali Guttal: “solíamos tener colonialismo vulgar, ahora tenemos colonialismo sofisticado, y ellos le llaman reconstrucción”. Si bien en ese artículo se describe el acto de dominación como consecuencia de los procesos de “reconstrucción” de los territorios arrasados debido desastres naturales o, más comúnmente, a la intervención armada directa o a través del financiamiento a grupos reaccionarios en diversos países (siempre en nombre de la democracia), resulta interesante ver, como estos procesos de “reconstrucción” no son más que procesos de reorganización tendientes a establecer “democracias” orientadas al libre mercado, a la privatización de instituciones del Estado y al estrangulamiento de la población como consecuencia del endeudamiento adquirido por los gobiernos de esos países o por la pérdida de las tierras otrora en su propiedad y ahora en manos de corporaciones encargadas de llevar a cabo la “reconstrucción”.

 

Pero hay más, este colonialismo sofisticado, o neocolonialismo como es llamado por muchos, ha permitido, como bien apunta Omar González, Director del Icaic, romper todos los récords existentes en materia de exclusión y desigualdad; “…la mitad de la población vive en la pobreza, más de 800 millones pasan hambre, alrededor de mil 50 millones son analfabetos y la tercera parte desconoce aún los beneficios de la electricidad”. Por si esto fuera poco, La Organización Mundial de la Salud estima que hay mil millones de personas en el mundo sin acceso al agua potable. Según el World Game Institute, www.worldgame.org, el costo promedio para procurar agua a cada persona es de US$ 50,00, lo que en total da unos 50.000 millones de dólares. El gobierno estadounidense aprobó en las postrimerías del 2004, un presupuesto de 560.000 millones de dólares en gastos militares y de defensa, adicionalmente, como lo indica Michael Moore, en su libro Estúpidos hombres blancos. HarperCollins Publishers, Inc., el gobierno de Estados Unidos, “entrega más de 100.000 millones de dólares cada año en asistencia a las multinacionales”. Note la evidente paradoja entre las necesidades de la población mundial, y la inteligente distribución y direccionamiento de los fondos.

 

Si bien anteriormente los colonizadores (particularmente en el caso latinoamericano) estaban representados por hombres blancos barbudos bajando de calaveras y acompañados de la espada y la cruz, actualmente la colonización tiene como máximo representante a las corporaciones quienes a su vez controlan al mundo con actitudes represivas mas aberrantes que la de los antiguos colonos. Y tienen como hacerlo, no en balde dominan el 98% de la posesión de la industria, la banca y los negocios mundiales (Estados Unidos con cerca del 50%, Japón el 10% y el resto para toda la Unión Europea) controlando también, más del 90% de la circulación de información del mundo, de modo que no sólo controlan lo que se informa, sino también a quién recibe la información. La situación es alarmante, no sólo por sus características, sino adicionalmente por la incapacidad, hasta ahora de revertirla. Sirva este ejemplo: Revise la página correspondiente a la cartelera cinematográfica publicada en el diario de su preferencia y conteste lo siguiente: (a) ¿Cuántas películas extranjeras están en exhibición?, (b) Sólo por citar algunas alternativas diga; ¿cuántas películas francesas, españolas, italianas, alemanas, japonesas, africanas, cubanas, mexicanas, colombianas, argentinas están siendo proyectadas en este momento?, (c) ¿Cuántas películas de Estados Unidos?

El capitalismo logró con suma eficiencia eliminar las redes sociales, promoviendo la individualidad como valor y a la familia como base de la sociedad (tal y como lo enseñan todavía en algunas escuelas), o mejor dicho, como factoría de mano de obra dispuesta a venderse en el mercado de trabajo y a la vez, generadora de consumidores de los mismos bienes que producía a cambio de un razonable precio fijado por la invisible mano del mercado. Por eso, la solidaridad a veces nos es tan ajena, por eso se ven mal, convenios comerciales con países de la región sin un aparente beneficio económico para la nación. Por eso, vemos con asombrosa naturalidad que se puedan crear patentes del genoma humano y de especies animales y vegetales que luego serán procesadas y empacadas en forma de medicamentos cuyo precio de mercado debemos pagar claro está.

 

Es obvio que este proceso colonizador a dado sus frutos y los seguirá dando en tanto que no se logren alcanzar niveles de conciencia que permitan no sólo identificar el o los problemas existentes en nuestra sociedad, sino más importante aún, saber contra qué y contra quiénes hay que batirse en este duelo de ideas. A estas alturas, la mayoría de los venezolanos tiene una noción bastante clara de quién es el enemigo de este proceso, ahora, hay que instrumentar los mecanismos para dar esa pelea, acaso la más importante de nuestra historia después de la gesta independentista de nuestros libertadores.

 

Es aquí donde retomamos uno de los aspectos iniciales de este artículo: la necesaria discusión sobre el socialismo. Desde hace mucho más de 100 años el socialismo ha dado para todo y para todos, desde el bárbaro de Stalin, hasta el socialismo del PSOE en España, o el modelo instalado en Corea del Norte, desde la experiencia cubana, la China socialista, hasta los diversos movimientos comunistas instaurados en varios países. Pero se debe tener cuidado de no caer en los extremos de la crítica a ultranzas, puesto que es necesario reconocer logros y méritos de los diversos procesos, más sin embargo, este espacio resulta reducido para ese menester, no así, para llamar la atención sobre diversos factores. A mi entender, ese mal llamado socialismo real, derivó en una distorsión por diversas causas: a.- Se estableció un control centralizado de todas las actividades relacionadas con la planificación, políticas de desarrollo y económicas que daban poca o ninguna oportunidad de participación a las comunidades en la toma de decisiones. b.- En la mayoría de los casos existió una exagerada limitación a las libertades individuales en franca contradicción con el manifiesto comunista, tal vez más por incapacidad del estado para promover prácticas democráticas que facilitaran la participación ciudadana, que por razones meramente políticas, aunque finalmente, estas limitaciones pasaron a ser totalmente arbitrarias. c.- La exhibición de los logros industriales y desarrollos tecnológicos y armamentísticos en contraposición con el daño ecológico generado en las regiones agregando además, la ineludible similitud con el exhibicionismo capitalista. d.- La imposición a la masa trabajadora de modelos de producción castrantes y limitadores de su crecimiento personal relacionados más con el establecimiento de un modelo industrial y tecnológico, que con una alternativa de desarrollo sustentable y que respetase el medio ambiente. e.- No se contaba con la plataforma tecnológica que permitiera implementar políticas de democratización de la distribución de la información, del acceso a métodos educativos novedosos y, sobre todo, que permitiese automatizar procesos que por naturaleza favorecían la burocracia y la corrupción.

 

Tomando en cuenta estos y otros aspectos fácilmente verificables no es complicado imaginar el por qué de la rápida transición del “socialismo” al capitalismo en la antigua Unión Soviética, en esencia se tenía un modelo militarista, industrialista y autoritario no capitalista. Pero no caigamos en la trampa de creer que en la URSS no había libertad de pensamiento ni de expresión, y que eso fue lo que precipitó la caída del sistema de gobierno, valga un ejemplo para esto: Noam Chomsky en su libro Piratas y Emperadores cita lo siguiente refiriéndose al manejo de la información en Estados Unidos: “…El filósofo John Dolan observa: «La gente no carecerá del valor para expresar pensamientos fuera del alcance permitido, sino que se verá privada de la capacidad de pensar tales cosas». Esa es la cuestión esencial, la fuerza impulsora de los «ingenieros del consenso democrático»”, o bien, “...si el público escapa a su marginación y pasividad, nos encontramos ante una crisis de la democracia que debe ser derrotada.”, tomado de otro texto Hegemonía o supervivencia del mismo autor. En los países “libres”, el control del pensamiento y de la libertad de expresión se lleva a cabo de maneras más perversas. La vida submarina existe a pesar de que sólo veamos la superficie del océano, ¿no le parece?

 

Por eso no comparto la definición de socialismo real, porque, ¿cuál socialismo ha sido real hasta ahora? (Cuba aparte, pues requeriría otro artículo). Considero a un socialismo real, en la misma medida que se trate de un modelo que propugne la participación de la población en los diferentes procesos de construcción de una sociedad de iguales en “la que el libre desarrollo de cada uno será la condición del libre desarrollo de todos” como lo apuntaban Marx y Engels en el manifiesto comunista, en donde el logro de la libertad plena, no pase por la eliminación de otras libertades acaso más sutiles, en donde se recupere el valor de las redes sociales, de lo comunitario.

 

Rigoberto Lanz apunta:

 

¿Qué queda entonces de este socialismo para el mundo de hoy? Mi tesis es que no queda casi nada. Lo cual debe ser leído como una buena noticia puesto que nos pone en el estupendo camino de tener que inventarlo todo. Desde luego no desde cero pero sí desde el cuestionamiento más severo de cuanto se dijo y se hizo en nombre de la revolución.

 

Yo sólo cambiaría la palabra inventarlo por reinventarlo, desarmarlo y armarlo desde otra óptica que lo ponga a la altura de las complicaciones y ventajas que ofrece el mundo actual. Las herramientas tecnológicas de las que se dispone en la actualidad facilitarán enormemente la tarea de democratizar lo social, de eliminar la burocracia con la automatización de los procesos, de bajar los costes de producción no con el fin último de percibir mayor ganancia, sino con la meta primordial de llegar cada vez más y en mejores condiciones a la mayor cantidad de personas. La existencia de Internet, puede y debe ser utilizada como una herramienta difusora de los intereses colectivos y nacionales. Se trata además, de promover a través de los entes públicos mayores mecanismos de participación ciudadana.

 

Hay que lograr disipar el temor que existe ante palabras como comunismo, socialismo, manifiesto comunista, revolución socialista, etc., y no existe mejor manera de hacerlo, que permitir que la población en general tenga acceso a la verdadera información, a la documentación pertinente.

 

Es necesario impulsar la creación de agrupaciones y redes de discusión ciudadanas en cada comunidad, en cada barrio, en las universidades, en las empresas (estatales y privadas), en las organizaciones sindicales y, como complemento, articular redes que permitan compartir información, organizar foros, etc. Pero sobre todo, debe tenerse especial cuidado con el lenguaje y las maneras de transmitir el mensaje, so pena de contar con excelentes disertaciones y exposiciones cuyo contenido da con las paredes por el simple hecho de que el receptor del mensaje, no es capaz de digerir palabras enrevesadas o frases rebuscadas, inmersas en el discurso político. Con el tiempo esto cambiará, pero antes es necesario hacer énfasis en la reestructuración de los paradigmas educativos, en el entendido de que un pueblo informado y culto, tendrá mayores posibilidades de ser libre y por ende protagonista en los procesos de cambio de su entorno inmediato. Del mismo modo, debe continuarse la lucha para alcanzar la verdadera democratización de la tecnología y el conocimiento. Los avances tecnológicos, en la medicina por ejemplo, deben ser considerados avances sociales a la disposición de todos y no de quién es capaz de pagar por ellos, esa es una verdadera manifestación del socialismo.

 

Se de personas que temen al socialismo por una supuesta eliminación de la propiedad privada, propiedad esta por demás, que sólo pertenece a un minúsculo grupo de la población, mientras la inmensa mayoría está en realidad, privada de la propiedad. (Debemos recordar que estuvimos a punto de ser aún más despojados de la propiedad con las en su momento, inminentes privatizaciones de las empresas petroleras y las del sector eléctrico).

 

Otro aspecto de interés preponderante, es el de la participación de la mujer. Históricamente – en el mejor de los casos – ha sido relegada al rol de la gran mujer detrás del gran hombre. Su mano de obra, ha sido desde tiempos inmemoriales, más barata y menos calificada. La minusvalía impuesta a las tareas llevadas a cabo por la mujer y los privilegios que el hombre conserva sobre ella se ha mantenido, – incluso con el apoyo no necesariamente inconsciente de esta última – a lo largo de los años, como una consecuencia de un modelo educativo-cultural, que enfrentado a la más elemental de las lógicas, prefiere relegar a no menos del 50% de la población subutilizándola desde todo punto de vista. Si bien el gobierno ha mostrado voluntad para revertir esta situación, el papel de la mujer debe seguir siendo impulsado y reconocido en los quehaceres de la nación y ella, sabedora de su rol, está en la obligación ineludible de enarbolar la bandera de su participación protagónica.

 

Los venezolanos debemos estar concientes de la importancia de nuestra participación en el proceso de cambios como garantía de desmontar de una vez por todas y para siempre, la nefasta Democracia Representativa. Cada uno de nosotros desde su parcela de acción debe estar dispuesto a discutir y fomentar la discusión en, por y sobre el socialismo, está obligado a informarse, a investigar y sobre todo a divulgar lo que sabe, en fin, se debe asumir el compromiso verdaderamente revolucionario, con la certeza de que el proceso en marcha es pacífico, mas no indefenso.

 

Tenemos que hacer énfasis en el hecho de que la mejor democracia posible, es en efecto, socialista. Jean Jacques Rousseau afirmaba por allá en 1762, que era imposible la existencia de la democracia cuando un ser humano era lo suficientemente pobre como para venderse o lo suficientemente rico, como para comprar a otro hombre. Asombra como a más de 200 años esta afirmación retumbe con tanta fuerza en nuestros oídos.

 

Puede constituir una tarea titánica desmontar años y años de condicionamiento cultural orientado a la lógica de la dominación, y el no desarmar convenientemente ese aparataje podría conducir a un nuevo fracaso no ya del socialismo y la manera de enfocarlo sino peor aún, a un fracaso de la especie humana que demostraría su incapacidad para preservar la vida en el planeta

Pero sobre todo existe otro reto, se trata de asumir el rol de sujeto histórico en tanto que pueblo. Se trata de evitar eufemismos y forzar desde abajo, los cambios que se esperan sean acometidos desde arriba.

 

En conclusión, la revolución apenas comienza y si, esta debe y tiene que ser socialista.Parafraseando a Noam Chomsky; la opinión pública “no debería escatimar esfuerzos en comprender estos asuntos, si es que espera liberarse de las riendas que la sujetan y tomar en serio los ideales de justicia y libertad que con tanta facilidad brotan a flor de labios pero que tan difíciles son de proteger y fomentar”

 

 

 

 

Una nueva etapa en Latinoamérica

Socialismo para jóvenes
Carlos Javier Martínez
Rebelión

07-06-2006 

No es el descubrimiento de un nuevo sistema político-social-económico con exclusividad para aquellos que viven la mágica y vigorosa etapa de la juventud; la que genera en nosotros un hálito de irreverencia producto de los sueños e imaginarios que nos llevan a la construcción, en este caso, de una nueva sociedad; es de cualquier forma, el incentivo al modelo socialista de los modos de producción y del control del colectivo popular en contraposición a las “mieles” del capitalismo de acumulación de capital.

Por estos días en Latinoamérica, en donde el avance de las fuerza progresistas encarnadas en partidos políticos y organizaciones sociales toma el control en algunos países, es de suma importancia la inclusión y participación del sector juvenil en el nuevo debate que se abre en torno al socialismo planteado como alternativa para la búsqueda del bienestar general de nuestros pueblos. La inclusión y participación de los jóvenes en esta avanzada política responde, no solo a la necesidad de la mera renovación de cuadros revolucionarios debido al cambio generacional impuesto por el inexorable tiempo, sino a la siembra de la conciencia política que facilite la comprensión de la realidad implícita que conlleva la lucha por un sistema político que garantice la igualdad de clases para todos y cada uno de los latinoamericanos; que inserte un nuevo estadio político-social en favor de aquellos que a través de los siglos han sido excluidos de la protección de nuestros estados nacionales; donde la humanización del pueblo sea una realidad y no forme parte de utópicos sueños; donde el derecho a la vida por medio de la educación, la salud, la alimentación, y la atención médica gratuita, sea condición sine cuanon en el bienestar social de los pueblos.

No obstante, para inducir al amplio sector juvenil latinoamericano a la participación activa en los destinos de sus estados, es esencial brindarle las herramientas de cognición ideológica que dé paso a la discusión y la conciencia política que contrarreste la alienación de los medios de comunicación al servicio del capitalismo y a sus diferentes actores políticos; sin embargo, hay experiencias interesantes en esta materia en nuestros países, como los casos de Bolivia, Venezuela, Argentina, Ecuador y Brasil. Aunado a la carga ideológica siempre presente en los avatares políticos, es al igual importante incentivar la participación juvenil en todas las instancias de la sociedad, a fin de crear el sentido de identificación con las causas populares y la respectiva lucha para su fin, tomando en cuenta que este sector es el más propenso a la apatía debido a la poca consideración a la que es sometida su intervención en la vida política.

Si el compás para la participación juvenil es abierto, y concatenado a ello se produce una mayor conciencia política de estos, en cuanto al por qué de la alternativa socialista en desmedro del capitalismo; el porqué de la verdadera democratización de las instancias públicas y de la educación en vez del secuestro a la participación; el porqué de la solidaridad con nuestros pueblos y a la ayuda a quienes la necesitan en oposición a la visión unilateral de quienes con guerreristas acciones pretenden regir los destinos del mundo; y el porqué de la constitución de una sociedad sin clases sociales con igualdad para todos en contraposición a la acumulación de capital y la división en diferentes clases sociales, entonces estaremos en situación privilegiada de asumir los mayores retos que nos impone el antagonismo entre dos sistemas totalmente opuestos filosófica y conceptualmente. En otras palabras la vía hacia el socialismo del siglo XXI.

El descubridor de la teoría de la relatividad

El descubridor de la teoría de la relatividad

¿POR QUÉ SOCIALISMO?

  

Albert Einstein

Monthly Review, Nueva York, mayo de 1949.


¿Debe quién no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que si.

Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Puede parecer que no hay diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil por que la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por muchos factores que son difícilmente evaluables por separado. Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado período civilizado de la historia humana --como es bien sabido-- ha sido influida y limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social.

Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó "la fase depredadora" del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.

En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin ético-social. La ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con los que lograr ciertos fines. Pero los fines por si mismos son concebidos por personas con altos ideales éticos y --si estos fines no son endebles, sino vitales y vigorosos-- son adoptados y llevados adelante por muchos seres humanos quienes, de forma semi-inconsciente, determinan la evolución lenta de la sociedad.

Por estas razones, no debemos sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: "¿porqué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?"

Estoy seguro que hace tan sólo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?

Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples.

El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de éstos diferentes, y frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto "sociedad" significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por si mismo; pero él depende tanto de la sociedad -en su existencia física, intelectual, y emocional- que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la "sociedad" la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra "sociedad".

Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido -- exactamente como en el caso de las hormigas y de las abejas. Sin embargo, mientras que la vida de las hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral ha hecho posible progresos entre los seres humanos que son dictados por necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones, instituciones, y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos.

El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos.

Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos -- que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos -- en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es sólo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo.

Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados del disfrute ingenuo, simple, y sencillo de la vida. El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad.

La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo -- no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción --es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional-- puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares.

En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré "trabajadores" a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción -- aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es "libre", lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto.

El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directamente o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.

La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de "contrato de trabajo libre" para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho de capitalismo "puro". La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un "ejército de parados". El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a ése amputar la conciencia social de los individuos que mencioné antes.

Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura.

Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual.

Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?